El momentum millennial: cambio generacional y política

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Por: Erick Lobo y Micaela Cerezoli

“La juventud sabe lo que no quiere antes de saber lo que quiere”. Jean Cocteau

Desde el comienzo del siglo 21, la sociedad actual viene observando la emergencia de una generación distintiva, capaz de modificar valores y estructuras morales a partir de un individualismo postmoderno. Nos encontramos ante la llegada de  los Millennials, llamados así por hacerse adultos en pleno cambio de milenio. Son jóvenes, nacidos entre los años 1981 y 2001, que han demostrado en buena parte del mundo no responder a cánones sociales tradicionales y tener una aproximación distinta de la política, la economía y la sociedad.

Los Millennials poseen una sensibilidad y conciencia a favor del medio ambiente, además de ser socialmente liberales. Uno de los grandes eventos que ha definido a esta generación fue la metamorfosis gradual del cambio climático a partir del escenario del juicio final, como se estableció en 2006 en el documental “Una verdad incómoda” de Al Gore.

Este nuevo grupo responde a las críticas que provienen de otras generaciones, respecto del apego por la publicidad de sus actos y la falta de compromiso, vinculado a un uso excesivo de los medios de comunicación digitales. Tanto la observación personal y los datos de estudios realizados en los últimos 10 años, muestran que la herramienta principal de elección para la participación política en los jóvenes Millennials son las redes sociales.

Las redes sociales son el escenario de acción, un espacio desarrollado por estos jóvenes que ven en un mundo sin fronteras la configuración de una nueva estructura. Ellos han crecido inmersos en tiempos donde la revolución tecnológica ha generado su fruto más llamativo: el acceso masivo y doméstico a la informática.

En América Latina representan el 25% de la población. De ellos el 63% son económicamente activos (Delgado Gómez, 2015), priorizando actividades de emprendedurismo y acciones individuales. Los Millennials han superado la idea del desarrollo personal a partir del trabajo en grandes estructuras económicas corporativas, la consolidación de la familia tipo y la educación básica. Según datos aportados por la revista Forbes, en 2014 el porcentaje de Millennials era del 27% de la población mundial, en tanto con visión prospectiva se estima que en 2020 la misma ascenderá al 36% del total mundial. (Carlson, 2014).

Estos jóvenes menores de 35 años persiguen una formación profesional de alta especialización, mostrando cambios en la concepción del rol de la mujer y el hombre en la familia. En la actualidad 1 de cada 4 Millennials tienen hijos, donde las responsabilidades se observan compartidas entre ambos padres. (Millennials Marketing , 2016) Esto se complementa con una dedicación laboral basada en el desarrollo personal antes que en lo económico.

La emergencia de trabajos ‘freelance’ y ‘part-time’, permiten a los jóvenes concentrar su actividad laboral caracterizada por una base creativa, sin grandes constricciones a su pensamiento y con una libertad de acción nunca antes observada en las estructuras empresariales. Su poder adquisitivo según varios estudios, equivale al 110% del que tuvieron sus progenitores.

El impacto principal de esta generación hasta ahora se observa en el consumo, donde no sólo se ha visto un incremento del mismo, sino que se propone un consumo responsable, promoviendo nichos de producción basados en la ‘customized experience’, resaltando el carácter único de cada individuo. Este proceso con fuerte presencia de la heterogeneidad de acciones, genera un espacio de puja donde la globalización se enfrenta a acciones de diferenciación en materia creativa sobre una plataforma de problemas similares en todo el planeta.

Los Millennials poseen relaciones de comunicación en buena medida intermediadas por un ‘display’, usan Facebook y Whatsapp para estar en contacto con sus amistades y comparten sus comidas vía Instagram. Estos jóvenes están poco interesado en el consumo tradicional (casas, coches, etc) propio de las generaciones anteriores. Sin ánimo de generalizar, prefieren los teléfonos inteligentes y viajar. Es la generación de la ‘share economy’ (Uber, Airbnb, Kickstarter, entre otros).

Por otra parte, en una encuesta elaborada por la revista Fortune en 2014, que incluyó a 17 países, se señala que a los Millenials les atraen las empresas involucradas socialmente. Un dato interesante de esa encuesta muestra que el 83 por ciento desea trabajar en un negocio que apoye directa o indirectamente la solución a problemas de índole social.

Otra característica que distingue a la generación del milenio es su condición de nativos digitales, donde el smartphone’ es el principal medio de comunicación y el ‘feedback’ la necesidad constante. Los flujos de conocimiento e información producen altos impactos en las tendencias de marketing y la fidelización de clientes en las empresas, ya que es la población más instruida en la historia de la humanidad.

El mercado laboral es sin dudas uno de los principales escenarios donde se comenzaron a observar cambios de comportamiento. Ellos han decidido no negociar su libertad y creatividad por esquemas prefijados de una educación tradicional.

Como consumidores son muy exigentes siendo ‘multitask’, característica que los convierten en los nuevos rebeldes del globo. El compromiso social es uno de los únicos valores que se perpetúan, pero lo hace con una visión revisionista, ‘nunca se hará lo que se hizo en el pasado’.

Los Millennials y la política

En el caso europeo y estadounidense se corresponde con una comunidad que creció en la crisis financiera del 2008, mientras que en América Latina es hija de la llamada “década perdida” y del ajuste económico. Los parecidos se corresponden con una visión interconectada donde no hay fronteras y los vínculos se mueven en un espacio y tiempo diferente a las relaciones tradicionales propias de las generaciones anteriores. Hoy un joven de Argentina, Brasil o México pueden crear un vínculo y compromiso claro de protesta contra la explotación infantil en el sudeste asiático o la situación de las mujeres en los países del Golfo Pérsico.

De la misma manera en el terreno de la política han dado la evidencia necesaria para mostrar que no son una generación que permanece en silencio. Las primeras protestas que derivaron en la “Primavera Árabe” fueron ejemplo de una juventud en acción, de la crítica social y política dispuesta a plantar ideas nuevas usando como herramienta uno de sus principales vehículos: las redes sociales. Los medios son distintos, ya no nos enfrentamos a grandes revueltas violentas, sino a protestas pacíficas. Los mecanismos de acción colectiva y principalmente las nuevas formas de manifestación social, no se acoplan a las respuestas del pasado, mucho menos los métodos.

Un estudio de la Universidad de Harvard en los Estados Unidos reveló que la generación del milenio tiene una mala comprensión de la relación histórica entre la izquierda y el comunismo, así como la derecha y el fascismo. Por el contrario, esa relación quedó marcada en la conciencia de sus padres durante la etapa de la Guerra Fría.

Esta nueva generación de jóvenes opta regularmente para publicar artículos de noticias y opiniones sobre temas políticos controvertidos en Facebook – pero a costa de evitar una constructiva conversación cara a cara-.  Algunas investigaciones recientes coinciden en que las redes sociales pueden presentar una sensación ficticia de compromiso debido al alto nivel de información que se comparte. El tiempo que se dedica a la crítica de las expresiones políticas ‘online’, podría ser el tiempo que se gastaría en otras formas beneficiosas de participación no pasivas.

Según The Atlantic, antes de que termine este primer cuarto de siglo, la generación del milenio será el grupo de votación más grande en todo el continente americano. Está en la evolución de las instituciones políticas, el sostener una democracia saludable que asegure que la voz política de esta nueva generación no se desvanezca detrás de las pantallas táctiles de un móvil o una ‘tablet’. Estamos obligados a ir más allá de la participación pasiva. La tecnología que ha contribuido a una disminución de la participación política juvenil vía el voto en elecciones, podría potencialmente ser utilizada para poner en marcha una nueva era de democracia abierta y accesible.

El carácter distintivo de los miembros de la generación del milenio es particularmente evidente en sus valores sociales claramente más liberales que la llamada generación X. Ellos apoyan los derechos de los homosexuales, la inter y transculturalidad, la legalización de la marihuana, la equidad de género, los inmigrantes y por último, las cohortes más jóvenes son menos propensos a expresar un fuerte sentimiento religioso. Así ha quedado demostrado en algunas encuestas elaboradas recientemente en los Estados Unidos y España.

En palabras de Kei Kawashima, directora del Centro de Información y Participación Ciudadana de la Universidad Tufts “esta generación confía menos en las instituciones y en el proceso electoral, el Congreso o el sistema judicial”. (Pereda, 2015) 1 de cada 4 Millennials considera que el voto es una manera efectiva de provocar un cambio social. Acostumbrados al activismo a través de internet, “lo que más les interesa es que las propuestas tengan impacto, no quién la proponga. […] No se han conformado con la economía que heredaron sino que han dicho ‘no nos gusta y tenemos la tecnología y la capacidad para cambiarla”, asegura Kawashima. (Pereda, 2015).

En el Reino Unido, a raíz del referéndum sobre la salida de la Unión Europea llamado ‘Brexit’, se pudo observar que la mayoría de los jóvenes de entre 18 y 24 años apoyaron la opción del ‘Remain’, mientras que entre los mayores de 55 votaron a favor del ‘Leave’. En Francia, una encuesta de la empresa IPSOS mostraba que el Frente Nacional era la fuerza política favorita entre los jóvenes. En Estados Unidos, en los últimos 40 años nunca se había producido una brecha generacional tan abrupta como la que se registró en 2008, con un 60% de jóvenes de entre 18 y 29 años votando por Obama y solo 40% apoyando al conservador McCain. (Barreiro, 2016)

Por su diversidad y rápida transformación, se le considera la última generación que podrá analizarse en bloque. La revista Time en un artículo escrito por Joel Stein (2013), califica a los jóvenes de la generación del milenio como “narcisos y flojos” pero con potencial para transformar al mundo.

Uno de los consultores con mayor conocimiento del fenómeno de los Millennials, Antoni Gutiérrez-Rubí ha resumido acertadamente en 6 características a esta nueva generación, en lo concerniente a su participación en la política:

 Primero móvil. La concepción de la relación con las organizaciones políticas y su participación es digital y móvil. La tecnología ya no es una elección para la «nueva política», sino una obligación para interactuar con los ciudadanos. Se comunican, se organizan y actúan en red a través de sus dispositivos móviles. Son activistas, no militantes.

  • Derecho a decidir. Quieren relacionarse, influir, decidir (e incluso enseñar) sobre los gobernantes. No se conformarán con ser meros receptores pasivos de decisiones, querrán participar de ellas. Se sienten preparados para afrontar retos: regeneración democrática. Ellos pueden y deben ser parte de los «nuevos actores», de la «nueva política». No aceptan ni privilegios, ni tutelas, ni dirigismos.
  • Mejor sin partidos. No creen en los partidos (en su actual configuración), que consideran parte del problema y no de la solución. Los partidos deberán articular nuevas fórmulas para promover el empoderamiento con esta generación. Relaciones más libres y más esporádicas, como parte de una nueva dinámica más humilde y más co-participada.  Prefieren las causas a las casas políticas. Es el triunfo de la petición ‘online’ antes que de la revolución. Los “memes” sustituyen a los discursos. La videopolítica a los programas partidarios.
  • Sin deudas históricas. Poseen poco arraigo en la historia. No quieren esperar, son impacientes a un cambio de modelo y de valores. Su constancia está en entredicho. La rapidez de sus vidas les predispone a lo viscoso, resbaladizo y líquido. Pero su creatividad apunta y denuncia.
  • Conocimiento compartido. Son un valor para una nueva concepción de la política: participación y deliberación a través de las TIC. Sin compartir no vale. Otra concepción de la autoridad. Su mundo es ‘trans’: transmedia, transcultural, transversal. Compartir es lo natural. Competir no es sano, según sus creencias.
  • Exigentes y vigilantes. Serán muy exigentes e intransigentes con los valores de la «nueva política»: transparencia y rendimiento de cuentas sin negociación. Consideran la ejemplaridad personal y colectiva como la auténtica identidad: eres lo que haces, no lo que dices.” (Antoni Gutiérrez-Rubí; 2015)

La mitad de los Millennials se describen a sí mismos como independientes en la política. Es la generación con el nivel más alto de desafiliación política y religiosa jamás registrado.

Al describir la generación del milenio como los “no alineados políticos”, Emily Ekins, directora de sondeos del CATO Institute (2015) comentó: “Se trata de una generación criada con el cuerno de la abundancia de internet; con más de 150 canales de TV por cable, además de video on-demand, 50 formas de clasificar a su identidad sexual en Facebook, y más de 30 sabores de helados”.

Existe una clara solicitud por parte de ellos –lo vemos en los resultados de los distintos procesos electorales en todo el mundo- de un nuevo liderazgo y una nueva manera de hacer política en cualquiera de sus instancias, buscando que se adapte a la característica rapidez de sus demandas y aspiraciones.

Seguir haciendo política partidaria sin atender los códigos, simbologías y discursos, así como obviando la narrativa postmoderna propia de los millenials, ocasionará mayores fallas en la búsqueda de los vínculos intergeneracionales necesarios para una comunicación social efectiva. Por otra parte, una creciente desafección de los jóvenes hacia su clase politica y gobernante tendrá como consecuencias unos mayores niveles de abstención en elecciones y menores niveles de participación en los asuntos públicos.

Bibliografía

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  • Gore Al (2006), Una verdad incomoda, Documental. [on-line]
  • Carlson Ben (2014), “Don’t Sleep on the Millennials”, en A Wealth of Common Sense, 9 de agosto. [on-line]
  • Cato Institute (2015), “Emily Ekins discusses Millennials” policy preferences on OANN’s The Daily Ledger. [on-line]
  • Delgado Gómez Paula (2015), ““Millennials”, la generación que aún no es foco de consumo en el país”, en Diario El Colombiano, 02 de enero. [on-line]
  • Feldmann Derrick, Amy Thayer, VV. AA.(2016), The 2016 Millennial Impact Report. Wave 1 trends. [on- line]
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  • Pereda Cristina (2015), “Hillary Clinton apela al voto de la generación del milenio”, en Diario El País, 1 de septiembre. [on-line]
  • Russon Gilman Hollie y Elizabeth Stokes (2014) “The Civic and Political Participation of Millennials”, en Millennials Rising, @NewAmerica, Pp. 57-60. [on-line]
  • Stein Joel (2013), “Millennials: The Me Me Me Generation”, en Time, 20 de mayo. [on-line]
  • Taylor Paul y Scott Keeter, Eds.(2010), Millennials. Confident, Connected, Open to Change, Pew Research Center. [on- line]

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Fuente: Política Comunicada