El futuro de la estrategia política tras el fenómeno Trump

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Por: Jéssica Osorio

Un día después del triunfo del candidato del Partido Republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, David Plouffe, el jefe de la campaña victoriosa de Barack Obama en 2008, publicó en su cuenta de Twitter: “Me equivoqué tanto anoche. Reflexionaré y aprenderé más sobre del por qué”.

EEUU y el mundo estaban anonadados. Pocos, muy pocos, habían predicho lo que ocurriría, entre estos, Dick Morris, uno de los estrategas de Bill, el esposo de la candidata vencida Hillary Clinton y quien publicó un libro en junio último, sobre lo que vendría.

Ahora, pasado el aturdimiento, una periodista, una experta encuestadora, un sociólogo y un asesor de líderes políticos reflexionan sobre lo ocurrido y lo que vendrá. ¿Vieron venir esos resultados? ¿Qué pasó con las encuestas? ¿Cuál es el futuro de la estrategia política tras este punto de inflexión? Son algunas de las interrogantes que respondieron.

¿Fue una sorpresa?

“No se vio venir el resultado”, explica la periodista española Ángela Paloma Martín, quien cita que a escasos días previos a la elección “se auguraba un resultado muy justo o un probable adelanto leve. Pero la obviedad (de) lo que podría pasar, mantuvo los ánimos hasta el último momento”.

Para Joan Gonçales i Nogueroles, director de la Escuela de Marketing Político de GOBERNATIA, y uno de los pocos que vio venir el resultado nos confirmó: “Son elecciones que empiezan a seguir un patrón mundial de acontecimientos políticos que sientan precedente (…) han ganado actores como Ronald Reagan o Arnold Schwarzenegger”.

“Cuando Trump batió a sus compañeros republicanos en las primarias y se encontraba solo a unos puntos de Hillary en la campaña electoral, en realidad ya había ganado”, expuso. ¿Qué hubiera sido sorprendente? Gonçales responde que un socialista como Bernie Sanders llegara más lejos de lo que excepcionalmente llegó.

Para Mauricio Jaitt, asesor de líderes políticos y presidente de The Washington Academy of Political Arts & Sciences (THE WAPAS), sí fue una sorpresa. “Más allá de mis deseos y preferencias, todo indicaba que ganaría Hillary, pero en una elección tan pareja, la balanza podía inclinarse para cualquiera de ambos y una mínima circunstancia definir el resultado final”, manifestó.

¿Cuál es la lección?

Incorporar a la confrontación como un elemento que puede generar réditos positivos y cuestionar valores que a priori parecen inmutables ayuda, según Jaitt, quien calificó  ese proceso electoral como un “aprendizaje duro de asimilar”.

Martín dijo que “tener la mejor campaña electoral no significa tener ganada la elección” y que los demócratas presentaron una estrategia más acertada con una escenografía que hizo que el pueblo americano se levantara”. Sobre Trump asegura: “Mantuvo la compostura odiosa hasta el final. Y supo capitalizar a favor el odio arrojado en su verborrea. Es lo único con lo que el gremio podría quedarse”.

Gonçales sentencia: “No se canta, hasta que no se gana”, y Hillary trasladó superioridad moral, soberbia intelectual y alrededor de su campaña se daba por segura su victoria. “Esa mayoría de votantes que dieron la victoria a Trump, prefirieron a quien comete errores a quien sabe de todo”, explicó.

El futuro de la política

Este sería un punto de inflexión para los estrategas y para algunos como Jaitt, tras estos resultados “la política seguramente cambiará”. Trump sabe que no votó la mayoría de la gente y por “esas cosas” del sistema electoral americano, razona el entrevistado. “El Sr. Trump sabe que esa mayoría lo controlará, para que las bravuconadas de ayer, no se transformen en conflictos mañana”, refirió.

Eso sí, Gonçales se pronunció acerca de la consultoría: “seguirá habiendo de todo como siempre”, y sobre Trump, más allá de ciertos episodios inevitables (dada su personalidad), “cambiará lo suficiente para intentar gobernar sin grandes sobresaltos en campaña permanente hacia su reelección. ¿Los demócratas? empezarán la travesía por un posible desierto de ocho años”, finalizó.

¡Las encuestas!

“La demoscopia tradicional está en crisis”, argumenta Martín, quien expone que en Google no están todas las respuestas y es necesario leer las métricas de Facebook. “En EEUU podemos encontrar más sondeos y noticias entre espacios cada vez más cortos, pero con escasa influencia en la sociedad”, señaló.

Jaitt destacó que “las encuestadoras están en el ojo de la tormenta y con razón”, ya que hay interesados en convertirse en asesores próximos al candidato “soplándoles al oído sus vaticinios en lugar de perfeccionar el trabajo de campo y el análisis de los datos obtenidos”, e incluso, añadió que el voto oculto que califica de “voto vergüenza” fue el que tapó las verdaderas intenciones de miles de votantes”.

Remarcó: “Quienes tendrán que replantear su postura son los grandes medios de comunicación que compiten en el mismo terreno y se embanderan con vaticinios que después no corresponden a la realidad”.

La recomendación de Gonçales para las encuestadoras es incorporar metodologías que comprendan un nuevo tiempo político porque hay elementos complejos que no surgen en una entrevista cuantitativa y “lo intuitivo, lo tácito, la experiencia o el mismo sentido común, se sitúan al margen de la investigación”, especificó.

Todo se debe replantear

Paula Borrego, directora de Tecnología de Saba Consultores, ex directora de Estadística en el área de Opinión Pública de la Presidencia de la República de México y con más de una década de experiencia en trabajo de campo y procesamiento de encuestas, respondió: “las mediciones electorales son más precisas entre más cercana es la elección, ya que se intensifican las campañas”, y efectivamente, los últimos días se habló sobre el incremento de la intención de voto a favor de Trump.

Lo que se debe replantear es el marco muestral, el muestreo (tristemente se siguen utilizando las cuotas, refirió), la calidad del levantamiento (ella pese a vivir en Maryland, ha recibido llamadas para el municipio de Ohio), el análisis de los datos, los modelos (basados en conocimientos técnicos, no en augurios de politólogos), las fechas de los levantamientos (Saba Consultores mide a diario en los períodos de más intensidad), el papel del abstencionismo y el early voting.

Los eventos que impactaron la opinión pública un mes previo al 9 de noviembre fueron las grabaciones de Trump de Access Hollywood y el retorno del tema de los correos de Hillary, describió Borrego. El día previo a la elección, todas las estimaciones eran favorables para Hillary, sin descartar una remota victoria de Trump que terminó sucediendo. Ejemplos de que las encuestas hayan fallado abundan en la historia reciente, pero este fenómeno lo están comparando directamente con lo que sucedió en el Brexit, en donde todas estaban equivocadas”, aseveró.

Ella explica que el gremio va de mal en peor y de 115 encuestas efectuadas en esta elección, 112 daban el triunfo a Hillary y solo 2 declararon empate. “Las encuestas ya no funcionan, proceso tras proceso han fallado y los encuestadores apenas consideran la idea de que algo está mal”, indicó.

Lección aprendida

A decir de Borrego, una encuesta está diseñada para medir fenómenos más parsimoniosos como hábitos de consumo, enfermedades y condiciones inherentes a la sociedad, “no vertiginosas elecciones en la era del internet”, porque “no se han dado cuenta que están usando el instrumento correcto para el fenómeno equivocado”. “Cada estimación se debe presentar con sus márgenes de error, esto permite asomarnos a ver los empates. En este proceso (electoral), habiendo estimaciones tan cercanas, no se manejó en los medios la idea del empate técnico”, prosiguió.

“Si los encuestadores tenían información del escenario de la victoria de Trump, entonces falló la manera de darlo a saber (…) esperemos que se dé finalmente la profesionalización del gremio. Muchos consideran a los encuestadores los grandes perdedores de este proceso y ellos también así lo entienden. A cada quien le llegan las lecciones a distintos tiempos, a algunos quizá nunca les lleguen”, concluyó Borrego.