Dicen que la política no es para introvertidos…

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Por: Daniel Eskibel

– Buenos días. Mi nombre es Daniel Eskibel y soy introvertido -dije con una leve sonrisa y me quedé mirándolos.
Eran poco más de las 09.15 am en Washington DC y así comenzaba mi intervención en el Campaign Management School Day presentado por la Virginia International University y los Napolitan Victory Awards.

Algunos de los asistentes me observaron con cierta sorpresa.

Luego de un breve silencio aclaré que decir eso no era mi presentación en un grupo de autoayuda ni tampoco la confesión de un problema ni de una dificultad. Aunque en una etapa de mi vida sí que lo sentí como un problema y lo viví como una dificultad. En la adolescencia me sentía diferente a los muchachos de mi edad. Miraba a mi alrededor y veía a mis amigos volcando toda su energía hacia afuera: conversaciones, fiestas, ruido, mucho movimiento…

Escuchaba toda aquella agitación adolescente y pensaba que tal vez había algo en mí que estaba mal. Y la voz de mi padre lo confirmaba: “leer tanto te va a hacer mal”.

Considera los verbos que acabo de resaltar: verbos como observar, escuchar, leer, pensar. Son casi el identikit de un introvertido. En realidad son fortalezas, no debilidades. Pero esto recién lo comencé a descubrir alrededor de los 20 años mientras cursaba la carrera de Psicología en la Universidad. Y lo consolidé después, con la ayuda de mis queridos terapeutas. Fue así que pude luego ayudar a mis propios pacientes durante décadas. Tanto a los introvertidos como a los extrovertidos. Y fue así, también, que un buen día desembarqué en el ruidoso mundo de la comunicación política.

Esta pequeña historia es mi forma personal de darte la bienvenida al abordaje de un tema casi invisible en el ámbito político: los introvertidos y la política. En aquella conferencia en Washington DC cubrí básicamente 3 aspectos:
1. Cual es la principal diferencia psicológica entre introvertidos y extrovertidos
2. Cómo comunicarnos políticamente con el segmento de los votantes introvertidos
3. Qué debe hacer una campaña cuando el candidato es introvertido

En este artículo me voy a limitar al primer aspecto, dejando los otros dos para próximas publicaciones.

Introvertidos y extrovertidos en el mundo de la política

Muchos dicen que el mundo político es sinónimo de hablar mucho, desplegar actividades múltiples e intensas y conectar socialmente con gran cantidad de personas. Eso dicen y eso hacen: liderazgos políticos extrovertidos y campañas electorales para extrovertidos. Pero se equivocan. Su error reside en desconocer qué significan realmente términos como extroversión e introversión.

Introversión y extroversión son 2 rasgos de personalidad absolutamente diferentes y absolutamente normales. Ambos. Que una persona sea introvertida o extrovertida no dice nada acerca de su salud mental ni de su estabilidad emocional ni de sus logros personales ni de su contribución a la comunidad. Son simplemente dos tipos de personalidad, dos formas diferentes de estar en el mundo.

Para comprender en qué se diferencian tenemos primero que despejar tres confusiones, tres ideas erróneas que están muy arraigadas y que conducen a cometer grandes equivocaciones.

3 ideas equivocadas sobre los introvertidos

La primera idea errónea es pensar que introversión es igual a timidez.
Falso. Son dos cosas completamente diferentes. La persona tímida es insegura y vergonzosa. Ninguna de esas dos características define a un introvertido. Es cierto que algunos introvertidos son tímidos. Pero eso es tan cierto como decir que también algunos extrovertidos son tímidos.

Piensa por ejemplo en una reunión del Cuarto de Guerra de una campaña o de la dirección política de un partido. La persona tímida que habla poco en la reunión lo hace porque siente temor. Desea hablar pero teme, tal vez teme equivocarse, o teme no ser clara, o teme no ser aceptada por los demás. Y cuando habla vacila, se siente agobiada, incómoda. La persona introvertida que en la misma reunión habla poco, en cambio, lo hace porque se siente cómoda escuchando, porque prefiere escuchar primero, escuchar y pensar, y solo después hablar. Y cuando habla se siente habitualmente segura y confiada.

Como ves, introversión y timidez son dos conceptos completamente diferentes.

La segunda idea errónea que tenemos que descartar es pensar que a los introvertidos les desagradan las personas. Falso también. A veces parece que fuera así, pero en realidad no lo es. Introvertido no es antisocial. De hecho puede ser tan social como el extrovertido, solo que de un modo diferente.

¿Cual es esa modalidad diferente? Piensa por ejemplo en las reuniones políticas. El introvertido no disfruta mucho de las reuniones multitudinarias. Prefiere los grupos pequeños y las conversaciones con un solo interlocutor. El introvertido, además, suele ser muy malo para la pequeña charla, para esas conversaciones breves, fragmentadas, esos diálogos rápidos y casuales que pasan de un tema al otro y que son importantes en la conexión social. Lo que prefiere el introvertido, y se siente muy cómodo en ello, son las conversaciones más lentas, más profundas, más concentradas en determinados temas.

Y la tercera idea errónea, justamente, es pensar que a los introvertidos no les gusta hablar. Falso, otra vez. En realidad es una cuestión de contexto y de ritmo. De contexto porque en ciertas circunstancias disfruta mucho de hablar. De hecho puede sostener conversaciones estimulantes durante horas. Y de ritmo porque siempre prefiere pensar antes de hablar. Entonces disfruta cuando en la conversación se logra un cierto ritmo de escuchar, pensar, hablar y ser escuchado, volver a escuchar y recomenzar todo el ciclo.

¿Cual es la principal diferencia entre introvertidos y extrovertidos?

Todo lo anterior nos lleva al punto exacto que hace a la diferencia entre introvertidos y extrovertidos. No es la mayor o menor timidez. No es la actitud diferente ante las personas. No es tampoco el mayor o menor gusto por la conversación. El punto exacto está en la energía. En la fuente de energía.
Piensa en el smartphone y en todas las tareas que realizas con él. Cada una de esas tareas consume energía. Y cada día llega ese maldito momento en el cual se nos está acabando la batería. Es el momento de conectarlo a una fuente de energía porque de lo contrario ya no podrá seguir funcionando.

Tú, yo, todos los seres humanos somos como el smartphone. Realizamos tareas y eso va consumiendo nuestra energía a lo largo de las horas. Y también necesitamos recurrir a la conexión con una fuente de energía para recargar nuestra batería y poder seguir adelante.

Y aquí está el punto. La fuente de energía de los extrovertidos está fuera de ellos mientras que la fuente de energía de los introvertidos está dentro de ellos.

Entonces el extrovertido recarga su batería conversando, socializando, encontrándose con otros, moviéndose, poniéndose en contacto con muchos estímulos externos. Y cuando se queda solo y en silencio, entonces su batería se va descargando poco a poco.

En cambio el introvertido recarga su batería a solas consigo mismo, en silencio, encontrándose con su propio mundo interior, reduciendo al máximo los estímulos externos. Y cuando está con otros y recibiendo muchos estímulos, entonces su batería se va descargando poco a poco.

En suma: los introvertidos viven una vida plena y saludable, establecen buenas relaciones sociales, son personas estables, son muy buenos escuchando y observando, les gusta leer y escribir y en el contexto adecuado pueden ser hasta grandes conversadores.

Y además votan.

Lo cual nos lleva a un punto especialmente relevante para las campañas políticas: ¿cómo comunicarse con este segmento de la población?
Pero ese será tema del próximo artículo.

PD: Te propongo algo mientras esperas el próximo artículo. Si eres introvertido, comunica estas ideas a un reducido y selecto grupo de personas. Si eres extrovertido, comparte estas ideas con todos. En ambos casos: sé fiel a tu manera de ser. Esa es mi propuesta.

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Fuente: Blog Maquiavelo&Freud